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PARABELLUM
parabellum - El fantasma de Media Tarde II · 17/08/2019

- Los fantasmas no existen. - dijo la Doctora Arteaga con tanta seguridad que solté una carcajada. - Una vez que estamos muertos, se acabó. La vida no sigue después de la muerte, por definición, la vida se acaba.

- En eso te doy la razón, Inés. - Doña Lola de María controlaba su tono de voz mejor que la escéptica, a pesar de que tenía menos experiencia ante las cámaras. La máscara que el personaje de Doña Lola de María le otorgaba a mi amiga le inspiraba confianza. No era mi amiga, la gitana vasca que lloraba en su sofá a mi lado mientras veíamos su primera y posiblemente última intervención televisiva. Era la increíble Doña Lola de María, médium, espiritista, capaz de hablar con todos tus muertos con un exótico e indistinguible acento. - La vida se acaba tras la muerte. Pero no la existencia.

- ¿Qué clase de existencia puede haber sin vida, por favor? - La doctora no parecía tan entera como la vidente. No le gustaba estar ahí, se notaba. Pero tenía una cruzada personal por defender el mancillado nombre de la ciencia frente a tantas pseudociencias que intentaban comerle territorio. Desgraciadamente la ciencia era aburrida, y la televisión prefería darle prioridad a las otras. El hecho de que la científica fuese la única representante frente a dos videntes, era una buena muestra representativa. Por suerte para ella, en cuanto empezó el debate El Sacrosanto Gurú Vivek Manish se quedó en silencio, mientras Arancha e Inés discutían.

- Una que aún no hemos aprendido a ver. No todos, al menos, Inés.

- Ya, ¿y quién puede verla? No me lo digas, una caterva de expertos que dicen hablar con tus seres queridos a cambio de un módico precio.

- De algo tenemos que vivir, querida... - la lengua de Doña Lola chasqueó como un látigo que fustigaba a la doctora. - ¿O tú no cobras por dar clases? ¿No recibes dinero por permitir acceder a un conocimiento que has adquirido con esfuerzo y talento? ¿En qué se diferencia tu trabajo del mío?

- ¡En que el mío es verdad, joder! - Inés estaba contra las cuerdas, perdía la discusión y los estribos. Arancha sonrió, la había visto actuar, y sabía que de un momento a otro la Doctora Inés comenzaría a pedir pruebas que demostrasen que los espíritus existían. Mi amiga se adelantó.

- Dame pruebas de que el mío no lo es. - le sonrío. La doctora se quedó tres segundos intentando encajar que habían usado su mejor argumento contra ella. Tres segundos en silencio delante de las cámaras era una eternidad. Era una derrota. Aún así la doctora no se rindió. Era cabezona, me recordaba a alguien.

- ¡Dámelas tú! Contacta con alguno de mis ancestros, pregúntales información sobre mí. Demuéstrame que sabes algo que no deberías saber mientras yo uso este...

- Uno de tus ancestros huyó a Cuba escapando de la guerra... - comenzó Doña Lola de María con un tono grave, Inés frunció el ceño. La médium comenzó a moverse, como poseída. - No... eso es lo que os dijo, pero realmente huyó tras sacar todos los fondos de su empresa dejándola en la bancarrota.

Inés se quedó clavada en el sitio durante un segundo, pero no se amilanó. Esa información era difícil de conseguir, pero no imposible. Y menos si tu mejor amiga era detective. Observó el aparato que tenía delante de ella, que aún no había ni encendido y comenzó a apretar botones.

- Cualquiera que haya buscado en los registros de...

- Y tenías un problema de pequeña, a la hora de dormir... - Inés se puso colorada. - Te orinabas por la noche hasta que cumpliste los...

- ¡¿Quién te ha contado eso?! - estalló. Había registros médicos.

- Tu abuela, era quien te cambiaba los fines de semana... - Mi amiga se la jugó, o había obtenido esa información por otro lado. Yo no había sido. La abuela de Inés había fallecido hacía años, eso sí lo sabía, pero poco más. Una vez que mueren, es trabajo de Arancha. Pero por el momento no había ni que tenido que recurrir a sus verdaderos poderes de médium para casi acabar con la Doctora. Ésta, aún conmocionada, consiguió reaccionar.

- ¿Estás hablando con mi abuela? - miró de reojo su aparato. - ¿Ahora mismo?

- El tiempo es algo relativo, en el más allá. El ahora no existe si no...

- Dime cómo me llamaba cuando me meaba en la cama. - aplaudí la resolución de Inés, incluso en esos momentos, ante las cámaras, usó su vergüenza como un arma.

Doña Lola de María la observó. No había manera de tener esa información. No sin contactar con el Más Allá. Así que fue lo que hizo. En directo. No estaba muy conforme con usar los dotes sobrenaturales ante las cámaras, pero al fin y al cabo, nadie se creía ya lo que veía por la tele. No era arriesgado.

Cerró los ojos, respiró fuerte y se concentró. Respiró un par de segundos en silencio. Abrió los ojos e hizo algo que yo no esperaba. Frunció el ceño.

- Me está costando conseguir...

- Ya, claro, qué casualidad.

Arancha la mandó callar algo nerviosa. Volvió a concentrarse, volvió a llamar a los espíritus. Lo había visto en directo, era algo impresionante. En televisión perdía efecto, en televisión Doña Lola de María estaba demasiados segundos callada y con los ojos cerrados. Arancha, a mi lado, se hizo una bola y se tapó los ojos, incapaz de ver el vídeo.

Doña Lola de María, en la tele, apretó los dientes y dejó escapar un gemido de esfuerzo. Inés también se había callado, miraba su extraño aparato y arqueó una ceja. Los micrófonos comenzaron a captar interferencias e incluso la imagen de la pantalla pareció congelarse durante unos segundos.

Al fin, Doña Lola abrió los ojos, confusa y agotada.

- No, consigo... no consigo contactar con ellos. Con nadie. - su acento falso se levantó y dejó escapar su verdadero acento vasco. La máscara de Doña Lola se resquebrajaba y Arancha se mostró asustada frente a las cámaras. - No puedo...

- Inecia - interrumpió El Sacrosanto Gurú Vivek Manish. - No es un mote muy cariñoso, su abuela debió ser una mujer... interesante.

Arancha, a mi lado, apagó el vídeo y arrojó el mando al suelo.