Yo, como profesor, tengo problemas para que mis alumnos asistan a mis clases. He probado técnicas motivacionales, videos, canales de tiktok, gamificación con kahoot, debates, geocatching virtual... y siguen desapareciendo. ¿Podría Bruno recomendarme algo antes de tener que recurrir a atarles con cinta americana?
- Niretzat
¡Ah! La escuela… ¡Cuántos recuerdos casi olvidados por el inexorable paso del tiempo y la represión típica de los traumas! Debo reconocer, joven, que a pesar de que comparto la idea de la esclavitud académica como mejor manera de educar las brillantes mentes futuras, incluso yo, el mismísimo poderoso Bruno El Poderoso ha caído en esas pequeñas tentaciones de libertad que veo que siguen repitiéndose a día de hoy entre el alumnado.
Recuerdo sin ir más lejos el día que huí de mis obligaciones académicas de manera discreta, haciendo un butrón en la realidad durante unas clases de Historia. Claro que por aquel entonces, en mi juventud, no había mucha historia aún escrita, pero eso no impidió que yo decidiese que mi tiempo estaba mejor invertido intentando cazar mariposas en las verdes praderas de la colina que había junto a mi academia en otra realidad paralela.
Claro, debido a mis ansias emancipatorias, el agujero que produje en la realidad fue quizás demasiado agresivo, y la realidad de la que huí comenzó a colapsar mientras yo me dedicaba a la leptirofilia sin darme cuenta de las consecuencias de mis actos. ¡Como buen mago adolescente! Para cuando intenté volver a mi realidad, mientras portaba un maravilloso ejemplar de Platulenta Lepimagnificensis, era demasiado tarde. El mundo que yo había conocido había implosionado en una singularidad irreal y no es que no existiese, si no que además nunca lo había hecho. Para colmo, haber quitado la mariposa de su hábitat provocó una serie de acontecimientos que acabarían en una catástrofe. Lo que yo llamo el efecto de provocar una una serie de acontecimientos que acaben en catástrofe. La nueva realidad también fue destruida mientras era arrasada por una tormenta supracósmica. Al final tuve que alojarme en una tercera realidad nueva donde, para colmo, la historia era diferente y tuve que volver a estudiarme el temario entero. Aprendí la lección, finalmente. Al menos la de la historia alternativa.
Si no quieres que tus alumnos se fuguen de clase y deshagan la propia existencia de la realidad a su paso, te recomiendo que cierres bien las puertas del aula en varias dimensiones, y que los amarres al pupitre con cadenas infernales, las mismas que usan para atar las almas en el averno para que no escapen. Puedes encontrarlas en cualquier ferretería o en el séptimo círculo del infierno.
Pero claro, si tu problema es que ni siquiera vienen a clase, mis consejos quizás te sean inútiles, y nada me dolería más que pensar que dedico todo este tiempo a intentar ayudaros para que luego nada de esto os sirva o no sigáis mis consejos. No me gustaría tener que hacer otro butrón en la realidad y negaros el derecho a haber existido.
Lo que te recomiendo en tu caso es contratar los servicios de algún experto. Cualquier bruja comeniños tiene técnicas de sobra para secuestrarlos y gustosa buscará una colaboración contigo por el mero precio de alguno de los alumnos. Puedes verlo además como una oportunidad para motivarles a estudiar. O directamente librarte de ese niño que te cae especialmente mal. No lo niegues, sabemos que hay uno, todos los profesores odian a una alumno, lo sé. Normalmente era yo.
Si prefieres técnicas que consigan que todos los alumnos lleguen a tu clase y además lleguen vivos, siempre puedes recurrir a los clásicos y usar la misma técnica que usó un conocido músico en Hamelin hace años. Yo mismo le ayudé a crear su flauta mágica por el módico precio de dos niños (Que luego usaría para pagar una deuda con otra bruja, una historia para otro día), así que no dudaré en enseñarte a crear tu propio instrumento mágico que te pueda ayudar.
Recuerda guardarme al menos un niño. Sí, puede ser ESE.
Flauta dulcísima
(pegatesta cordata)
- Un instrumento musical a tu elección
- Cola de contacto
- Larvas de tijereta
- Alma de compositor (puede ser comprada)
- Hilo conductor
- Miel, azúcar, chicle u otro edulcorante pegajoso
-Lo primero es que selecciones tu instrumento musical, con él podrás atrapar los alumnos descarriados y hacer que te sigan. No ha de ser necesariamente una flauta, como en el cuento, pero sí que es recomendable que uses algo de un tamaño parecido, ya que es difícil hacer que los niños te sigan bailando mientras arrastras un contrabajo o una batería.
-Usa el alma de compositor para crear una melodía sencilla y repetitiva. Si no tienes alma de compositor siempre puedes usar alguna trampa de almas sencilla para cazar alguna y ponerla a trabajar. Normalmente los compositores, como todas las almas de artista, suelen dejarse atrapar con dinero. No tiene que ser mucho, de hecho, si usas un bocata es posible que venga algún artista a tu trampa.
-Coloca con cuidado las larvas de tijereta en la melodía. Recuerda colocarlos en los silencios, a ser posible de negra o blanca. Un espacio de corchea es demasiado pequeño para que la tijereta crezca fuerte y el espacio de una redonda es un silencio demasiado grande y la tijereta suele morir de incomodidad. Cuando las tijeretas crezcan, tu canción tendrá ya gancho.
-Usa el hilo conductor para dejar tu melodía bien atada. Haz un nudo y anúdalo bien en la clave. Recuerda dejar un cabo suelto que servirá para ir arrastrando a tu paso y enganchar a los niños descarriados con la música.
-Unta con el edulcorante pegajoso el hilo musical sobrante, de tal manera que cuelgue tras la música y los niños queden pegados musicalmente. Una vez que estén adheridos les costará salir de ahí gracias a las tijeretas, que se habrán instalado dentro de sus oídos, atrapándolos.
-Interpreta la melodía por toda la ciudad y caza a todos tus alumnos llevándolos de vuelta a clase. Traza bien la ruta evitando bucles innecesarios que pueden hacer que la música sea demasiado repetitiva y se convierta sin querer en un éxito en la radio.
Advertencias
Recuerda desenganchar a los niños del hilo musical antes de sentarlos en sus pupitres si quieres que te escuchen y dejen de tararear. Aprovecha para encadenarlos a sus pupitres a todos salvo uno, que ya te dije que lo necesito para una cosa.