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movidas - Zaragoza's Tocho · 01/01/1970

Morán salió hace unas horas de una churrería, me miró con una mezcla de ternura, decisión y un frío del carajo en los ojos, me llamó la atención poniendo una mano en mi hombro y otra en su propia garganta y, con su último hilo de voz antes de que vuelva a recuperarla en Marzo de 2009, afirmó categóricamente que lo tenía. Debo decir que al principio me preocupé, pues dado su estado y el mío propio, me parecía probable que estuviera hablando de algúna nueva cepa de un virus letal, pero después hilé la afirmación con una anterior en la que decía con rostro circunspecto que deberíamos hacer algo guay.


“Escribeme un Tocho”, concluyó, solemne y afónico.


Es complicado tratar de transmitir las sensaciones que he experimentado durante estos tres días en Zaragoza, especialmente cuando, no estando en mis propios y oscuros dominios, siento la responsabilidad de hablar en nombre de todos los asistentes. Ellos se encargarán de corregirme en caso de error u omisión.


Esto ha sido sencillamente la bomba.


En el tren al venir, con Marcos, le comentaba que no sabía qué esperar, a ningún nivel. Ahora sé que aunque lo hubiera sabido, no me lo habría creído. Creo que todas las personas que hemos estado detrás de este stand estamos gratamente sorprendidos, lo que supone un elegante eufemismo para “jodidamente flipados”. Fans. Han venido toneladas de fans. Hemos firmado ejemplares del WEEzine para gente capaz de pasar de pie frente al stand seis o siete horas en un sólo día. Los hemos firmado a gente que se enteraba en ese momento de nuestra existencia. Los hemos firmado a viejos amigos, a lectores casuales, a personas que venían en nombre de otras personas, a personas que nos han traído regalos, a personas que nos han traído cerveza (benditos sean Ana y sus amigos). Hemos charlado sobre la plataforma, sobre el proyecto, la idea, los medios y el arte, con gente que mostraba auténtico interés. Todos estos dibujantes elitistas han trazado hasta quedar inválidos. Han dibujado con cierta regularidad para críos que rondaban los seis o siete años.


Podemos afirmar una cosa. Los webcomics existen, funcionan, gustan. A propios y extraños. He recibido felicitaciones y buenos deseos de visitantes, staff de otros stands e incluso gente de la organización. El webcomic en español da hoy un tímido pero vital paso adelante, amigos.


Y aún no he empezado a hablar del aspecto personal de todo esto.


Como digo, entraré en los detalles tórridos en el lugar que me corresponde, pues aquí debo hablar por todos. El sentimiento de comunidad, de formar parte de algo que es mucho más grande que tú, es sublime, y lo he sentido flotar desde mi llegada a las frías tierras desde las que escribo estas líneas. El stand ha sido una juerga, los desayunos, almuerzos y cenas han sido una juerga y, desde luego, la juerga fue una juerga. Se que he encontrado gente en el Salón del Cómic de Zaragoza que, de una forma u otra, será importante en mi vida. Algún día os hablaré en profundidad del cabronazo que lleva todo este cotarro.


Iba a decir que no podría estar más satisfecho del resultado de este Salón, pero me voy dentro de una hora y juro que a estas alturas no me sorprendería que quedara algo aún mejor que lo mejor que nos ha sucedido.


Oh. Y Koopa es un puto genio.