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!relato
relato - Data Overdose · 30/11/2009
- ¡Despierta de una vez!
Despertar mientras te gritan es una sensación desagradable. Despertar a gritos a las seis de la tarde tras una noche de juerga y la resaca proporcional a un ballenato adulto es una experiencia nada recomendable. Despertar a gritos tras una hibernación de varios años es la definición de infierno.
La hibernación es un proceso desagradable ya de por sí. Y muy peligroso. Conseguir que todos tus tejidos no se rasguen y se destrocen por el hielo formado en el interior de tu cuerpo ha sido uno de los pasos más difíciles a la hora de conseguir que este proceso sea viable en humanos, y no solo en ranas. En el museo de la ciencia, en la Tierra todavía se conserva el primer experimento fallido, un voluntario congelado al que no han podido descongelar sin destrozar sus órganos internos. Lo que más llama la atención de este voluntario, aparte de su rostro aterrado y su mirada fría, es que en su mano agarra con fuerza una pajita. Una pajita muy corta.
Se dan pocos voluntarios en la ciencia.
Afortunadamente el proceso había mejorado, y tras un complicado tratamiento, un cuerpo humano podría resistir una hibernación de varios años, y tan sólo uno de cada cinco sujetos moría en el proceso. Era toda una mejora.
Despertarse de una hibernación es un proceso lento, semejante a despertarse de una anestesia. Por eso los gritos no ayudan.
- ¡Despierta!
Erika despertó, efectivamente. Tenía la sensación de que moverse era algo que le pasaba a otras personas, su piel estaba atrofiada e insensible, y mientras varios productos químicos se propagaban por su cuerpo y deshacían su rigor no mortis, sus nervios empezaron a despertar. Su piel despertaba. Y lo primero que notó fue frío. Mucho frío. Sus terminales nerviosas mantuvieron la calma, y si no se pusieron a gritar todas juntas es por que no se creían que pudiese existir tal cantidad de frío.
- Muy bien, vístete, debes de estar congelada - El capitán estaba experimentado, había soportado muchas hibernaciones, era una de las pocas personas que poseían la única característica que ayudaba a sobrevivir a varias de ellas: suerte. Sabía que la pobre Erika estaría pasando frío. Además se notaba.
- Tengo los ojos aquí arriba, capitán - dijo finalmente Erika, con una voz ronca. Sí, se notaba el frío.
- Muy bien, vístete pronto y no hables todavía, si no quieres partir por la mitad alguna de tus cuerdas vocales. Si quieres decir algo importante haz señas, y date prisa.
Erika usó el lenguaje de signos. Concretamente enseñó el sígno de la paz. Pero con un dedo menos.

- ¿Cómo que no funciona? Es... es un ordenador, los ordenadores no fallan... no desde hace siglos...
- Tenemos al técnico intentando averiguar qué es lo que puede fallar.
Erika observó al técnico. Era una chica con el pelo morado y su cara demostraba que no era la única a la que acababan de despertar a gritos. Tenía en su mano una especie de monitor pequeñito, un ordenador personal, de bolsillo. Una unidad innecesaria, pero que cada miembro llevaba para su uso personal. Por eso apenas llegaba a los dos teraqubits. A su lado tenía una pila de esos ordenadores. La chica se rascaba su pelo purpúreo mientras maldecía en su idioma natal. Erika no hablaba su idioma natal, pero el tono con que exclamaba no dejaba lugar a dudas.
- Venga, siéntate - le gritó el capitán, señalando la silla. - Mientras el ordenador está inservible alguien tiene que pilotar esta nave.
- ¿Có.. Pero a mano? ¿Y el otro piloto?
- Se ha pasado hibernando. - En el fondo el capitán tenía razón, la muerte no era más que un estado muy avanzado de hibernación.
- ¿Tengo que pilotar la nave yo sola? ¿Sin asistencia del ordenador?
- Y además, cuando recuperes la vista del todo, haz el favor de mirar al monitor de la cámara frontal.
Erika miró, a pesar de ver todo borroso, debido a su reciente descongelación, y a que su cerebro sufriese alucinaciones hipnogógicas que le hacían creer que los botones intentaban huir, vio algo. Nada.
- ¿El monitor está estropeado? Sólo se muestra una luz blanca muy intensa.
- ¿Como si estuviese enfocando directamente a una estrella cercana?
- Sí, exacto como si - Erika cerró la boca, y mantuvo el gesto varios segundos. A pesar de la urgencia en la que se encontraban el capitán le concedió esos segundos para asimilar lo que estaba pasando. - ¿Vamos directos a una estrella?
- De clase A para ser exactos. No sale en las cartas de navegación, tenemos a un equipo averiguando dónde estamos, y cuánto tiempo nos queda antes de acercarnos demasiado a la estrella.
Hay diferencias entre estrellarse contra un planeta y estrellarse contra una estrella. Estrellarse en un planeta tiene grandes desventajas. Si eres capaz de atravesar su atmósfera sin desintegrarte, seguramente aterrizar a Mach 13 con el morro apuntando al suelo sea una manera de aparcar nada recomendable.
Estrellarse con una estrella tiene la ventaja de que puedes hacer bonitos juegos de palabras, y de que no tienes el inconveniente de estrellarte contra el suelo. La mayor desventaja es que no hace falta ni estar cerca para morir. El equivalente sería aplicar la pirólisis a una lata de mejillones, y luego preguntar a los mejillones qué tal ha ido el viaje.
Erika se sentó en los mandos, y a juzgar por su manera de apretar botones cualquiera diría que sabía lo que hacía. Era piloto, tenía años de experiencia, y su misión ahora era sencilla, no hacía falta todo un equipo de físicos para averiguar lo que tenían que hacer.
Iban directos a una estrella, la gravedad empezaba a notarse y creaba interferencias en el campo gravitatorio artificial. Iban directos, así que era fácil. Erika calculó el vector que creaba el morro de la nave con la estrella, giró 180 grados, y apretó el botón "salir a toda hostia de ahí". El tipo que escribía los botones era un personaje muy divertido.

La chica del pelo lila seguía mascullando. Erika intentaba escuchar qué decía, mientras hacía pequeños cambios de rumbo para maximizar el rendimiento.
- No me lo puedo creer. Todos los ordenadores de la nave están llenos.
-¿Llenos? ¿Cómo llenos? ¿Hemos estado todos estos años descargando música? - Hay cosas que ni un futuro muy lejano pueden cambiar.
- No... Datos, pero... sin sentido. Por eso el ordenador de la nave no funciona, hay demasiados datos, ocupan toda la memoria secundaria e incluso la principal. Ni siquiera encuentro la porción de datos que equivale a la IA.
Erika oía un pitido, cuando los técnicos de computación de la nave hablaban, su mente pensaba en unicornios azules. Eran algo más tangibles, especialmente tras la ingeniería genética.
- Ha ocupado todos los ordenadores personales, no hay nada donde se pueda almacenar información que no esté lleno de... basura...
- ¿Basura?
- No lo sé, creo que es basura, no encuentro ninguna lógica, ni siquiera un algoritmo de aleatoriedad es tan... aleatorio.
Pitidos, unicornios rosas.
- Pero ya está, he formateado a mano un ordenador personal, y gracias a él voy a intentar encontrar algún patrón en el código. Necesitamos encontrar la IA del ordenador principal, estoy segura de que está por algún lado.
- ¿A mano? - preguntó para sí Erika, mientras observaba por primera vez la mano de la chica. Era una mano muy curiosa, tenía un LED que parpadeaba. Y no estaba hecha de carne.- ¡oh!
- Desventajas de sobrevivir a una hibernación. Fue hace tiempo, perdí mi mano favorita, ahora no puedo tocar el piano, pero puedo conectarme sin cables a la red. - sonrió.
- El sueño de todo informático - masculló Erika mientras corregía un par de segundos la trayectoria.

El capitán observaba a uno de los técnicos en posicionamiento. Su trabajo consistía en ubicar a la nave en todo momento. Cuando el ordenador funciona es un trabajo muy entretenido que consiste en señalar un monitor y responder "estamos aquí". Sin el ordenador el trabajo se facilitaba, simplemente no había que señalar ningún monitor, y responder:
- Ni puta idea.
- ¿Cómo? ¿Cómo es posible que no sepas dónde estamos?
- ¡No... no lo sé! O sea... saber, sí sé dónde estamos.
- ¿Entonces?
- Estamos aquí. El problema es que no sé dónde están las cosas alrededor nuestro.
El capitán emitió un bufido.
- Esta estrella no estaba en nuestro rumbo, no pasábamos tan cerca de ninguna estrella de tipo A en nuestro viaje.
- Muy bien, vale, cállate la boca. Si no es para decir "estamos llegando a casa" no quiero volver a oírte hablar. - el capitán miró entonces a otro de los técnicos de posicionamiento. El que se encargaba de la posición de la nave en las distancias cortas. Era la persona que salía de entre los escombros de una nave estrellada y decía "nos hemos acercado demasiado"
- Sin el ordenador es difícil de calcular, pero estoy calculando la distancia según el CFP.
El CFP corresponde a las iniciales de Cañón de Fotones Paradójicos. Si observamos una estrella cercana, estamos viendo la luz que ésta emitió hace tiempo. Por ejemplo, en el caso del Sol, desde la Tierra, la luz nos llega con ocho minutos de retraso. Si quieres calcular con exactitud la distancia a la que te encuentras de un cuerpo, puedes utilizar cálculos según diferentes posiciones. O puedes usar un Cañón de Fotones Paradójicos. Es una herramienta sencilla. Nadie, ni siquiera en la época en la que se encuentra esta nave. Es capaz de viajar a la velocidad de la luz, y menos por encima de ella. Pero sí que se han conseguido lanzar fotones acelerados por encima de este límite de velocidad. No sirve para viajar cómodamente montado en uno de ellos, pero sí que se puede usar para tener una especie de sónar que ubique los cuerpos celestes de manera instantánea, sin diferencias de tiempo. Además hace bonito.

Cualquiera pensaría que en la nave se vivía un momento de máxima tensión, intentando alejarse del campo gravitatorio de la estrella, mientras nuestra piloto Erika daba máxima potencia a los motores. Pero toda la tripulación acababa de ser despertados de una hibernación por la alarma, y la resaca que arrastraban les hacía pensar que quizás acabar en la superficie de una estrella tipo A no era tan desagradable.
No había sudor, no había alarmas rojas, y Erika no apretaba el mando de la nave con gruñidos mientras enseñaba los dientes. No ayudaría, las naves interestelares ya venían con dirección asistida.
Por eso, cuando el técnico en posicionamiento gritó que estaban consiguiendo alejarse de la estrella no hubo vítores, ni gritos. Simplemente un suspiro aliviado general, y un sentimiento común de "volvamos a dormir".
Poco a poco la mayor parte de los tripulantes fueron saliendo del puesto del mando, con la sensación de que habían tenido un sueño. Un sueño bastante tonto.

- Algo no va bien. - Dijo Erika.
- Algo no va bien. - Dijo la chica del pelo lila.
- Algo no va bien. - Dijo el técnico de posicionamiento.

Algo no iba bien.

Erika observaba los mandos, normalmente había pequeñas fuerzas gravitatorias, que hacían que la nave se desviase milésimas de segundo, y que ella estaba acostumbrada a corregir. Ahora no, la nave mantenía el rumbo fijo, sin desviarse, ninguna fuerza gravitatoria la desviaba. Su trabajo ahora era muy aburrido, así que se dedicaba a mirar a la técnica en computación, mientras movía su brazo cibernético por el interfaz de la computadora. Seguía hablando, mientras Erika pensaba en unicornios a cuadritos verdes y rojos, y de si la ingeniería genética habría llegado a tanto.
- Vale, he encontrado un patrón - decía la chica del pelo lila - según esto todos los datos están comprimidos según un algoritmo que nunca había visto. Creo que la propia IA del ordenador lo ha inventado, ¡y luego se ha aplicado el mismo algoritmo a sí misma! Estoy intentando localizarla dentro de este mar de datos, y adaptar el interfaz para poder comunicarnos con ella. ¿Entiendes?
Unicornios rosas con alas. ¿Se venden? ¿Cuánto costaría hacerse uno?
- Algo ha pasado, algo ha llenado el ordenador de datos, ¿crees que alguien nos habrá atacado con un gusano?
Gusanos rosas con alas. ¿Por qué la chica se lo explicaba? ¿Creería que tenía posibilidades de entenderla?
- Voy a ir borrando toda la información que no sea la propia IA de la nave, así nos podrá explicar qué ha pasado.

Mientras tanto el capitán observaba con gesto enfadado al técnico de posicionamiento.
- Te he dicho que no hables al no ser que sea para decir "hemos llegado a casa".
- Es... es importante... Según la posición de las estrellas... nos estamos moviendo.
El capitán se preguntaba qué le dirían en el alto mando si cogiese a uno de sus técnicos, le pusiese un traje y lo lanzase contra una estrella. Desechó la idea, los trajes son caros.
- Ya sé que nos estamos moviendo, nos estamos alejando de la estrella.
La cara del técnico reflejaba una amalgama de pensamientos tal, que parecía que estaba estornudando y sufriendo dos infartos simultáneos.
- Nos estamos alejando de la estrella ¿no?
- Er... propiamente dicho se está alejando de nosotros... y nosotros la estamos persiguiendo.
Silencio.
- Creo que algo está atrayendo a la estrella, y a nosotros. Solo que a la estrella más rápidamente.
El silencio se adueñó de la nave, jugueteó con ella unos segundos, y la soltó. En la cabeza de toda la tripulación resonaban las palabras Agujero Negro.

- ¡¿Cómo no lo hemos detectado antes?! - Vociferó el capitán.
- Señor, sin el ordenador de la nave tenemos que hacer los cálculos y detecciones casi a mano. El CFP no es capaz de distinguir un agujero negro de el vacío, para él, si los fotones no vuelven es vacío.
- ¿Campos electromagnéticos? ¿La gravedad? ¿No tenemos un medidor de fuerzas gravitacionales?
- Sí, las pruebas las hace la computadora, y el medidor de fuerzas gravitacionales está apagado cuando tenemos activada la gravedad artificial de la nave, produce interferencias.
- Piloto, ¡motores a máxima potencia!
Las carcajadas de Erika resonaron por toda la nave.
- Llevan a máxima potencia desde que intentamos escapar del sol. Estamos consumiendo toda la materia, podríamos probar a echar a algún voluntario, pero aún así la nave no podría acelerar más de lo que lo está haciendo sin descontrolar el proceso. Se consumiría a sí misma, a nosotros, y ya no habría que preocuparse del agujero negro.
- Es una opción...- masculló entre dientes el capitán.
El silencio se apoderó de la nave de nuevo. Fue roto por una nueva voz
IA INICIADA
- ¡Sí! ¡Funciona! - chilló como una loca la chica del pelo lila.
- Ordenador, -vociferó el capitán sin dudarlo- Calcula rápidamente nuestra posición, la posición del agujero negro y los métodos de escape.
La tripulación mantuvo de nuevo un silencio, sólo equivalente a cuando en cualquier monitor del mundo aparece el mensaje "Loading 99%"
SOLUCIÓN NO ENCONTRADA. NO SE DISPONE DE MEDIOS NECESARIOS PARA ESCAPE.
La noticia resonó en la cabeza de todos los tripulantes. No hubo gritos, nadie exclamó "¡vamos a morir!" como en las películas. Algo dentro de todos ellos les decía que eso ya lo sabían.
Erika suspiró, la situación hacía tiempo que la había sobrepasado, se quedó observando sus monitores, sin pensar en nada. Su pasado era lejano, su presente era aburrido, su futuro, corto. El monitor trasero mostraba la luz blanca del sol del que creían haber escapado.
La luz se apagó. Repentinamente. Varios monitores de la nave se apagaron a su vez.
- Capitán, le informo que la estrella ya no supone un problema.
- Quieres decir...
- El agujero negro se la ha comido.
Más silencio, un silencio fatalista. La gente asimilaba poco a poco su futuro. No había caos, no había gritos. Era gente preparada para estas situaciones. Además, el efecto de hibernación todavía se notaba en sus adormilados cerebros.

Erika observaba los paneles de control, aburrida. Esperar a la muerte es aburrido.
- Vamos a morir, ¿no? - preguntó la chica del pelo lila, mientras encendía y apagaba los LEDs de su mano, ociosa.
Silencio, lento, pesado.
- No lo sé, - respondió finalmente el capitán, desganado - Nadie sabe qué pasa cuando cruzas un agujero negro. Si es que es algo que se pueda cruzar...
Más silencio. La gente se miraba, extrañada, como quien ha compartido ascensor demasiado tiempo con la misma persona.
- ¿Creéis que viajaremos en el tiempo y acabaremos matando a nuestro abuelo?
Silencio.
- ¿No hay registros verdad? ¿Computadora?
NO EXISTEN ACTUALMENTE REGISTROS DE NINGUNA PERSONA QUE HAYA CRUZADO UN AGUJERO NEGRO.
- ¿Nadie más tiene una sensación de Dèja vu? - preguntó al aire Erika. - Si no fuese por que en estado de hibernación no se tienen sueños... diría que esto lo he soñado...
El capitán ignoró el comentario, estaba absorto en sus pensamientos, en su cabeza se había formado un pequeño agujero negro que absorbía todos los pensamientos hacia un solo punto.
- No sé si ninguno de nosotros sobrevivirá, - resolvió finalmente - pero si de algún modo la nave sobrevive... Podría ser útil almacenar toda la información posible del agujero negro en los registros de la computadora. Sentaríamos precedente, quién sabe quién puede acabar leyéndolo.
- Eso pueden ser muchos datos, capitán. - añadió la chica del pelo lila.
- Es igual, que los comprima o algo. No es que tenga otra cosa que hacer. Computadora, almacena los datos de los efectos del paso por el agujero negro.
Silencio. Era el silencio más incómodo de todos. Nunca antes una computadora había dudado una respuesta. Finalmente ésta resolvió.

¿OTRA VEZ?