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NaNoGrimo

El veinticinco de noviembre actúo en un espectáculo de improvisación y creo que no estoy suficientemente preparada. ¿Algún consejo para quitarme los nervios pre-estreno? Lo de imaginarme al público desnudo no está funcionando...


- Sara



¡Hola, Sara! Me alegra ver que mis consejos llegan a tiempo y puedan ayudarte a ese evento futuro del que hablas.


El truco más directo para quitarte los nervios es con un pelacables. Puede ser un proceso doloroso, pero piensa que a medida que vayas arrancándote las terminaciones nerviosas, dejarás de sentir dolor hasta el punto de que no sientas nada, salvo quizás un poco de arrepentimiento. Aunque viendo que aún tenemos tiempo, te recomendaría otro proceso, ya que el cuerpo humano tiene al menos más de doce nervios, y puede ser un proceso muy pesado ir sacándolos uno a uno, especialmente si quieres evitar romperlos para volver a instalarlos después de tu actuación.


Veo que también has intentado, sin éxito, intentar desnudar el público con la mente. Normal que no haya funcionado, ya que la striptomancia es una magia compleja y oscura, además de muy divertida. Lo primero que necesitarías sería el consentimiento de todas las personas que asistan a tu actuación. Recuerda que según el Concilio de la Atlántida de 1200 AdC, el uso de este tipo de hechizos está mal visto sin que todas las personas participantes estén de acuerdo. Y hablamos de gente que convierte a sus enemigos en una montaña de huevos de rana cada vez que se cabrean, así que puedes imaginar lo importante que es el consentimiento.


Si consigues el permiso de todo el público, un simple hechizo de Deshacer Armadura valdría para desnudar a todo el público. Piensa que son hechizos pensados para destruir corazas de soldados enemigos, apenas te costará deshacer una camiseta de algodón o polyester. Recuerda no intentarlo contra nylon del bueno, o el hechizo te rebotará a ti y encima de tener que actuar, lo tendrás que hacer en pelotas, lo cual no creo que sea del todo bueno para esos nervios. Si te quedas en pelotas en el escenario, entonces sí que te recomiendo lo de usar un pelacables.


Otro consejo que suelo dar para no estar nervioso en un escenario, a pesar de no ser una solución mágica es la más efectiva: Ensayar. Ensayar durante semanas, meses, aprenderte el texto, los tiempos, los tonos y las palabras y no dejar nada al azar. Tener tan interiorizada la obra que la tengas grabada en tu cuerpo, como si estuvieses reviviendo lo que ocurre en ella con la fidelidad de quien recuerda un episodio traumático de su vida.


Pero claro, también dices que es teatro de improvisación, y claro, siendo por definición teatro sin guión ese consejo, en principio no vale. Si realmente deseas subirte a un escenario sin tener nada preparado, me temo que vuelvo a remitirme al consejo del pelacables. 


Aunque, como caso extremo, si aún estás dispuesta a exponerte al público y depender de las palabras de este para crear y representar cada escena, como si además de intérprete fueses dramaturgo, puedes hacer una pequeña trampa: Escoge tú las palabras que quieres que escoja el público, y traete la escena preparada de casa.


Aprende esa escena con el duro arte del ensayo, y luego mete en la cabeza del público las palabras que quieras que digan. Así cuando preguntéis dónde queréis que ocurra la siguiente escena, en vez de tonterías como en una frutería o un submarino, puedes hacer que el público diga al unísono “en el velatorio de tu marido recién fallecido” y tú ya puedes interpretar el monólogo completo de Cinco horas con Mario que habrás practicado previamente.

Mucho más fácil



Sugestión de respuesta

(Retoricus cuestione)


Ingredientes:

-Papel y lápiz

-Una baraja de Tarot

-Una baraja de cartas española, francesa o de pokemon

-Una ensaladera (sin la ensalada)

-Una grabadora

-Un cd de villancicos

-Spray rojo


-Lo primero que tendrás que hacer es planificar qué palabras quieres que el público diga en voz alta. Apúntalas en un papel con sangre de la persona a la que quieres sugestionar o con un lápiz de mina dura, lo que te sea más fácil de conseguir. Recorta ese papel y mételo en la ensaladera.


-Saca siete cartas del Tarot pensando en la obra y la escena a interpretar. Recuerda que si te sale la muerte no has de preocuparte si en la escena no muere nadie. La carta de la muerte no significa que ninguno de los personajes tenga que morir, puede significar simplemente que sea alguno de tus compañeros de improvisación el que se muera. No te preocupes y aprovéchalo para cerrar la escena. 


-Vierte las cartas de tarot seleccionadas en la ensaladera.


-Saca siete cartas de la baraja española pensando también en la escena. Si no tienes baraja española vale cualquiera, sea de póker, de Magic o del Dixit, siendo las últimas perfectas para darle cierto tono de subjetividad artística libremente interpretable. Si prefieres usar de pokemon, úsalas sin miedo, pero practica las voces de los pokemon que te salgan previamente, para no hacer el ridículo cuando en mitad de la escena te tires a cuatro patas en el suelo del escenario y comiences a repetir su nombre chillando. Vierte las cartas en el bol.


-Remueve el bol y saca sin mirar siete papeles. Repite hasta que te salga tres veces seguidas el mismo resultado, lo cual afianzará el destino y permitirá que el azar no influya en tu futura escena.


-Paralelamente, graba las palabras que quieras que el público repita en la grabadora mientras pones el cd de villancicos reproduciéndose al lado de esta, creando un mensaje subliminal para el público que tendrás que reproducir en bucle mientras se sienta. Es importante que sea de villancicos ya que su facilidad para taladrar el subconsciente con las voces chillonas de los coros infantiles dejará a las víctimas más propensas a dejarse agujerear la psique. Podrás aprovechar ese agujero para infiltrar tus palabras.


-Para asegurar, escribe en el fondo del escenario usando el spray rojo con letras gigantes las palabras que quieres que el público diga. Para ayudar a la magia de la sugestión, escribe también amenazas de lo que puede ocurrir si no leen esas palabras en voz alta. Haz dibujos gráficos de actos violentos para ayudar a canalizar la chispa mágica que hará que el público siga tus órdenes sin darse siquiera cuenta.


-En caso de que no digan las palabras que has escrito, en cuanto comience la escena finge tu muerte o muere de verdad.


Consejos extra


Recuerda que en teatro de improvisación, además de el uso del “sí y además” que tantas veces se aconseja, hay otras fórmulas como el “sí, pero la mía es más grande” y la famosa “claro, ¿pero si te parto la cara aquí y ahora cómo lo ves?” que siempre ayuda a que la escena avance.


 

EMO
NaNoGrimo

¿Cómo puedo saber en qué caja del hipermercado la cola irá más rápida? ¿Hace falta un detector de compradores torpes que se cogen los productos con el código barras dañado, su tarjeta desmagnetizada y/o no se han enterado de cómo funcionan las ofertas?


- Ca_in


El problema de tu planteamiento, es que estás intentando hacerle trampas a la mayor de las tramposas. La vida. Te lo explico para tontos, pero no te lo tomes a mal, piensa que no es por que tú seas tonto, en general siempre explico las cosas para tontos porque considero que todo el mundo no lo es. No solo tú. No eres especial. Solo tonto. 


El saber popular dice que una olla con agua calentando no hervirá si la estás observando. Esto es un hecho, y cualquier que dé el testimonio de que ellos han visto el agua romper a hervir podemos estar seguros de que faltan a la verdad. Panda de mentirosos.


Esto crea grandes problemas y paradojas, como el caso del hechicero pirokinético Calentojo, que decía que era capaz de calentar objetos con su mirada. Cuando Calentojo intentó su experimento con un cazo de agua, el agua se negaba a calentarse si era observada, pero solo podía calentarse bajo la mirada de Calentojo, creándose una paradoja.


Como todas las paradojas, se acabó solucionando dejando pasar esa energía acumulada a través del canal más débil, siendo esta la mente de Calentojo, que estalló en pedazos a los tres minutos de empezar su experimento.


Por eso te puedo asegurar que si intentas adivinar el futuro para ver qué cola del supermercado irá más rápido -en general aplicable a cualquier cola salvo las de caballo, mono o la del paro- tu cabeza estallará en pedazos como la del pobre Calentojo ¿Por qué? Te preguntarás. Y ya te respondo yo, que para eso me pagan una cantidad tan abundante como la calidad de mis respuestas. Porque estás destinado a ir en la cola más lenta, independientemente de la que cojas.


Da igual que vayas a la cola que solo tiene una persona con una lata de bonito o la cola con seis carros llenos hasta arriba de un surtido variado de fruta, verdura y frutos secos a granel. La cola más rápida será siempre aquella en la que no estés tú.


No es culpa tuya. Esta vez no. Está en la naturaleza de las colas. Es un castigo que nos impone la sociedad, una experiencia igualatoria que nos recuerda que no estamos solos en este mundo, por muy fuerte que lo deseemos. Si escoges la cola que solo tiene una lata de bonito, verás como la cajera sufre duramente para introducir los números del código de barras porque precisamente el lector hoy no funciona y es su primer día y la encargada está cuidando a su padre moribundo al que acaba de atropellar un ovni. Mientras tanto, la cola de las tres toneladas de verduras irá a velocidad vertiginosa como si en lugar de un dependiente, fuese gestionado por la procesadora de una fábrica de mermelada.


Tu elección es fútil, dejando claro el determinismo que controla nuestra existencia. No hay manera de ver un futuro en el que no estés en la cola más lenta porque ese futuro, sencillamente, no existe. Puedes intentar echarlo a cara o cruz, pero volvemos a estar en el mismo problema. Lo más seguro es que acabes en la más lenta igualmente. O, si da la casualidad cósmica de que aciertas, te explotará la cabeza.


Por eso, en lugar de probar con algo tan arriesgado como lanzar una moneda al aire, te enseñaré a conseguir el primer puesto de la cola con un simple hechizo de cambio de cuerpo.


Extrañamiento de viernes

(Fricus Veneris dies)


Ingredientes:

- Unos zapatos de otra persona (usados)

- Tiza de dos colores

- Un mechón de pelo de otra persona, un jirón de su ropa o su DNI

- Un cable de alta tensión o una tubería muy gorda

- Papel y lápiz


-Lo primero, será practicar sacar el alma de dentro. Una técnica bastante habitual es aprender a cantar y proyectar la voz. Unos meses de clases de cante jondo, de ópera o de trash metal te enseñarán a abrir la boca y la garganta lo suficiente como para que quepa tu alma a través de ella y pueda salir con fuerza suficiente como para empujar a otra. Si no, siempre puedes caminar durante semanas con los zapatos de otra persona, ya que eso acostumbrará al alma a estar en otro cuerpo y, si con suerte esa persona calza seis números menos que tú, volveremos a la idea de gritar y proyectar la voz. 


-Si nada de eso funciona, puedes usar un lubricante de almas. Lo venden en muchas tiendas y suelen venir de sabores. Aplícalo con cuidado al borde del alma para que resbale bien y no lo acerques a mucosas o egos, que podrían inflamarse volviéndote muy insoportable.


-Ahora que has practicado, es hora de ejecutar el plan. Entra en el supermercado cuando haya poca gente y dibuja tu carta astral en el suelo de la caja. Si la encargada te dice algo tú dile que es cosa de los de marketing o conviértela en sapo, lo que te sea más fácil. Luego dibuja una carta astral diferente en otro punto lejano del supermercado. Une ambos dibujos con el cable de alta tensión o la tubería. Piensa que por aquí tienen que viajar las almas, así que calibra el grosor del alma antes de intentarlo, o se te podrá quedar atascada o hacer eso tan molesto de decir que quedan 3 minutos de descarga para luego pasar a siete y luego a dos horas.


-Busca tu objetivo. Selecciona a alguien que veas que tiene la compra ya casi hecha y que seguramente vaya a ponerse a la cola pronto. Así, mientras tú haces tu compra, esa persona esperará su turno, ignorante de que le robarás su puesto cuando llegue al primero. Arráncale algo que sea inherentemente suyo. Un mechón de pelo, un jirón de ropa, su dni, un ojo… Es un truco básico de prestidigitación, si no sabes robar carteras, no deberías estar intentando magia avanzada.


-Cuando hayas acabado la compra, vuelve a la cola y tu objetivo estará el primero en la cola y tú el último. Colócate encima de uno de los dibujos. Usa la máquina de desear o el meteorito para desear estar en su lugar mientras le gritas cosas como “¡Nunca me has comprendido!” para ir provocando la magia. Acuérdate de gritar y abrir la boca como has practicado para que te salga el alma de dentro.


-Si todo ha ido bien deberías estar en el cuerpo de esa persona y el primero en la cola. Recoge tu compra, paga y vete.


Contraindicaciones


Como puedes imaginar, esta técnica tiene una gran problemática tras su ejecución. Puede que hayas robado su puesto en la cola del super a la persona que hayas escogido como objetivo, pero los lectores más sagaces no habrán dejado de ver que esto conlleva un gran precio. Y es que ahora tienes la compra que ha hecho otra persona, y a veces la gente compra cosas muy raras como levadura o cúrcuma. Para eso está el papel y el lápiz. Puedes dejarte una nota en el bolsillo para explicarle la situación a la persona que ahora habite tu cuerpo y luego poder cambiar la bolsa de la compra.


En mi experiencia, es recomendable no hacerlo con monos. También es recomendable no intercambiar cuerpos con monos.



EMO
NaNoGrimo


Queridísimo y adoradísimo Bruno. Normalmente realizo los desplazamientos en coche y resulta que, cuando voy con tiempo y tranquilo, todos los semáforos están en verde y, cuando tengo muchísima prisa porque voy tarde, ¡están todos en rojo! ¿Hay alguna solución para esto? ¡Muchas gracias!

- Muncha


Las prisas nos acabarán matando, querido Muncha. O las prisas o las viejas sectas que se han declarado enemigas a nuestra persona por acabar con su líder en un sacrificio a un dios que, a continuación, has decidido asesinar también. Cualquiera de las dos cosas son igualmente mortales, aunque es verdad que lo de las prisas es ligeramente más común.


Por eso si planeas, por poner un ejemplo, acabar con esa hipotética secta y su dios, te recomendaría que te tomases tu tiempo, lo hicieses con calma y, si necesitas un par de años para hacerlo, tómatelos. Yo no lo he necesitado –o necesitaría en su caso– por supuesto. Pero también es importante descansar un poco de vez en cuando. Dos años de siesta cada doscientos, por ejemplo, es un ritmo saludable y pausado.


El problema que has descrito de los semáforos es un claro ejemplo del karma que dicta nuestro destino. Su equilibrio es tan importante para los mortales como puede ser para poderosos magos como yo. Todos tenemos una cantidad finita de suerte de bajo nivel a nuestra disposición, y así como es fácil controlar un barreño de agua para usarla y hacer bruscos cambios en nuestra vida, los pequeños cambios son tan difíciles de dominar como lo es la fina lluvia de las mañanas o los cultistas.


Al igual que las gotas de rocío, intentar contenerlas una a una se convierte en una tarea tan laboriosa como pulir todos los granos de arena de una playa, o hacer dos declaraciones trimestrales el mismo trimestre. Al igual que el agua, esas pequeñas gotas de suerte pueden acumularse rápidamente y desbordar una pequeña presa con un torrente de pequeñas desgracias capaces de convertir un precioso sábado en un amargado lunes. Por eso puede resultar más arriesgado intentar controlar estos pequeños brotes de suerte (sea esta buena o mala) que intentar amañar el resultado de una lotería.


Al fin y al cabo, cuando todos los semáforos se te ponen en verde, es porque estás atravesando una pequeña burbuja de buena suerte, lo cual agota tus reservas de karma pudiendo llevarlo a niveles negativos. Cuando se te ponen todos en rojo, es el karma recuperando el equilibrio, ya que su tendencia es a un valor neto de cero.


Si todos los semáforos siempre se pusiesen en verde a tu paso, tu saldo kármico saldría a deber y si no permites que se regule solo poco a poco, acabaría ajustándose con un gran salto de suerte negativa. Como el karma tiene tendencia a mantener una coherencia narrativa, seguramente se pondría un semáforo en verde más, pero cuando estés cruzando como peatón y venga un coche.


Lo mejor que puedes hacer es un ritual de equilibrio kármico cada vez que se te pongan muchos semáforos en verde, para saldar tu cuenta y que no se te pongan en rojo la próxima vez cuando tengas prisa, o te caiga un piano en la cabeza cuando camines por la playa.

 



Ritual de equilibrio Kármico

(Reajustio potrina)


Ingredientes:

-Un dado de siete caras (o siete dados de una cara)

-Un trébol de tres hojas

-Un gato de color gris (o un perro negro en su defecto)

-Un kilo de sal bajo en yodo

-Un paraguas amarillo

-Once más una bellotas


-El primer paso es comprobar que tu nivel kármico está descompensado. Para eso lo mejor es usar un dado de siete caras, ya que son los más equilibrados de los dados. Encontrar dados de siete caras puede ser lo más complicado de la lista y, si tienes la suerte de dar con alguna tienda de esoterismo de frikis que lo vendan, sería recomendable que reajustes tu nivel kármico de inmediato ya que será síntoma de demasiada buena suerte. Para eso te recomiendo que uses el ritual de equilibrio Kármico que creo que he explicado ya en alguna de mis consultas, aunque ahora mismo no la encuentro.


-Tira el dado, si el resultado es menor de 4 tu karma está bajito y seguramente puedas dejarlo así. Si ves que está muy bajo o llevas mucho tiempo con los resultados bajos, te recomiendo que uses alguna técnica de compensación, o te llevarás un golpe de buena suerte acumulada que podría sobrecompensar y desencadenar un maremoto de fortuna, por ejemplo que te atropelle el coche que acabas de comprar con el dinero que has ganado en la lotería, o algo así.


-Si el resultado es superior a 4, tienes demasiada buena suerte acumulada y necesitarás alguna detonación de mala suerte controlada pronto o correrás el riesgo de que venga sola. Para eso, puedes realizar alguno de los siguientes pasos que te damos a continuación.


- Forzar un gato gris o un perro negro a que se cruce en tu camino. Si el gato no se deja y te araña, piensa que mira, eso ya cuenta como mala suerte y seguramente se te hayan reajustado los niveles kármicos ellos solos. Procura que, al devolverlo, no se te cruce en su sitio.


-Echar un puñado de sal baja en yodo por detrás del hombro. Al ser baja en yodo, el reajuste es más pequeñito que al usar sal de cocina o sal maldon. Vierte la cantidad de sal que te admita la receta o al gusto. Se recomienda menos de 50 gramos por comensal o semáforo.


-Si tu karma positivo es muy elevado, abre un paraguas amarillo bajo techo. Eso reducirá tu buena suerte varios niveles. Si quieres mitigar un poco el efecto de este descenso, haz que sea un tejadillo o un techo de uralita. Si solo quieres bajarlo solo un poquito, puedes abrir un paraguas bajo una sombrilla, pero nunca al revés, ya que empezarás a tener suerte relativa y acabarás encontrando la lentilla de otra persona en tu sopa.


-Si durante el proceso has descendido demasiado tu suerte, puedes usar un amuleto confeccionado con once más una bellotas, o la herradura de un pony para subirla unas décimas.


-Una vez equilibrada tu suerte, puedes llevar un trébol de tres hojas para mantenerla estable o meterla en un tupper.



Advertencias


El dado de siete puede ser útil para averiguar el estado de tu cuenta kármica, pero hay métodos más sencillos que no implican tirar un dado cada vez que tengas que tomar una decisión. Un método habitual es contar el número de tus dientes y bajar un tramo de escaleras con los ojos cerrados. Si al llegar abajo mantienes el mismo número de dientes ( a ser posible en su sitio) tu equilibrio kármico está regulado. 


Si no, al menos, se acaba de regular.


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